GUILLERMO LUIS COVERNTON

Propuestas de estudio del Dr. Guillermo Luis Covernton: Economía – Políticas Públicas – Libertad – Humanismo Cristiano

Archivar para el mes “septiembre, 2016”

Inflación: La Batalla del Siglo XX

El Dr. Covernton expone una charla de introducción a la problemática de la inflación, inversiones, gasto público y política monetaria.

 

Argentina: La renegociación de su deuda externa, el levantamiento del default y las exportaciones de soja

Publicado el 1/3/16 en: https://eseade.wordpress.com/2016/03/01/argentina-la-renegociacion-de-su-deuda-externa-el-levantamiento-del-default-y-las-exportaciones-de-soja/

 

En el día de ayer, el gobierno argentino logró cerrar un acuerdo con los fondos de inversión que detentaban el mayor porcentaje de la deuda argentina impaga. La negociación implica una quita del 25 % sobre los reclamos pretendidos por los acreedores. De este modo se resuelve el 85 % de las reclamaciones que restaban sobre la deuda.

Este acuerdo, que está pendiente de aprobación parlamentaria argentina, implicaría, de hecho, la re apertura de los mercados internacionales para la deuda soberana del país.

El deudor tiene un plazo, para pagar el monto acordado de 4.653 millones de U$S, que expirará el 14 de abril del corriente año. Es decir en aproximadamente 45 días.

Previamente, el congreso nacional debe levantar la llamada “Ley Cerrojo” y la “Ley de pago soberano”, que operan como trabas a cualquier acuerdo.

Para cualquier ciudadano, resulta extremadamente complicado cuantificar la importancia de semejante monto. Es muy difícil hacerse una idea de cuanto esfuerzo implica reunir la mencionada cantidad de millones de dólares.

Un productor agropecuario promedio, se sentiría tentado, para tomar conciencia de la magnitud del esfuerzo de pago, a relacionar los 4.653 millones de U$S con el precio interno del cultivo líder del país, la soja.

El precio de la oleaginosa opera en aproximadamente los 210 U$S la tonelada. Esto quiere decir que se necesitarían unos 22.157.000 toneladas para reunir la mencionada cifra.

Pero este cálculo sería engañoso, por dos motivos:

El primero es que el precio interno de la soja, de 210 U$S la tonelada es una ficción. Es el producto de la aplicación un impuesto de exportación de 30 % ad valorem, sobre el verdadero precio internacional del producto. Es decir que, en realidad, si la argentina destinara solamente 15.510.000 toneladas del grano, comercializados a un precio internacional de unos 300 U$S por tonelada, se lograrían reunir los necesarios 4.653 millones de dólares, para saldar la deuda.

Pero este cálculo también es engañoso, por un segundo motivo: La deuda es del estado argentino. Y la soja es de los productores. La deuda es pública. La cosecha es de propiedad privada. Algo que no debemos dejar de enfatizar, pese a lo evidente, porque algunas mentes trasnochadas, como las del delirante ex ministro de economía y actual embajador ante los EE.UU.,  Martín Lousteau lo olvidaron o pretendieron ignorarlo.

A nadie puede escaparse que la pretención de fijar “retenciones móviles”, es decir un gravámen confiscatorio que podría haber oscilado conforme el precio de la oleaginosa aumentara en los mercados internacionales, responde a un enfoque conceptual análogo al de las regalías por exportaciones de petróleo.

Y aquí se debe volver a puntualizar que, si bien el petróleo es considerado del estado, (en cuyo caso no se puede hablar de confiscación), la soja es de los productores. No hay ningún justificativo ni legal ni político que pueda explicar tal discriminación, a empresarios que tributan, además, todos los mismos impuestos que cualquier otro empresario.

Entonces, el lector se preguntará cual es la respuesta más atinada para poder cuantificar con que esfuerzo y a cargo de quienes estará el problema de saldar esta deuda. Pueden haber varias respuestas. Pero nosotros queremos ofrecer una absolutamente inatacable.

Si consideramos la diferencia de precio entre el valor que reciben los exportadores argentinos por la oleaginosa, de aprox. 300 U$S/Ton, con el que percibe el productor en el mercado interno, de los mencionados 210 U$S/Ton, veremos que cada tonelada de soja tributa unos 90 U$S por derechos de exportación. Es decir el 30 % de los 300 U$S a los que cotiza en los mercados internacionales

Y con la vista puesta en estos números podemos afirmar que si el país exportara 51.700.000 millones de toneladas de soja, los derechos de exportación que el estado percibiría de los productores ascenderían exactamente a la cifra adeudada, de 4653 millones de U$S.

Las estimaciones más razonables y profesionales cifran las expectativas de producción de soja, para esta campaña que ya se inicia y que finalizará su recolección en apenas dos meses, en una producción estimada de 58.000.000 de toneladas. Si el precio internacional se mantuviera, esto rendiría a las arcas del estado una suma de 5.220 millones de U$S.

Ahora sí estamos en condiciones de entender porque no se han derogado al 100 % los derechos de exportación que gravan la oleaginosa. Un impuesto inequitativo, discriminatorio y abusivo, que durante una década descapitalizó las empresas agropecuarias, con la complicidad de una cotización mentirosa de la divisa, que operaba como otro impuesto encubierto. Es de esperar que esta ignominia sea rápida y definitivamente removida del sistema fiscal argentino. Para no volver jamás.

Por lo pronto, se puede afirmar que los productores agropecuarios que cultivaron soja en la presente campaña serán, una vez más, quienes cargarán sobre sus hombros con la tarea de solucionar los desmanejos y los caprichos de la horda de energúmenos que gobernaron a la nación durante la pasada “década pérdida”. Una vez más.

Un grupo de exitosos empresarios que desarrollaron sistemas de producción innovadores, un cultivo que no existía en el país hacen apenas 50 años. Y que financiaron además, con el diferencial arancelario entre exportaciones de aceite, harina y grano, la capitalización de una industria que es la más grande del mundo en ese rubro. Pero que no les pertenece, porque les fue confiscada.

No debemos permitir que las nuevas generaciones, o que las personas del ámbito urbano, que ignoran estas arbitrariedades impositivas y esta confiscación ignominiosa, olviden a cargo de quienes estuvo lograr que la Argentina vuelva a tener abiertas las puertas a los mercados internacionales de crédito.

Especialmente, cuando desde los mismos sectores del espectro político que movilizaron esta esquema fiscal aberrante, lluevan, en los próximos días, críticas de tono airado, pretendiendo victimizar a sectores que no han aportado ni aportarán nunca a la solución de los problemas de la república.

 

La temprana partida del economista argentino es una gran pérdida para la causa de la libertad: Juan Carlos Cachanosky (1953-2015)

Publicado el 4/1/16 en: http://esblog.panampost.com/guillermo-covernton/2016/01/04/juan-carlos-cachanosky-1953-2015/

 

Lo conocí en 1980, en un ruidoso debate en la Universidad Nacional de Rosario, junto con Alejandro Antonio Chafuen, Alieto Guadagni y Alberto Benegas Lynch (h).

Yo era un estudiante de grado, que apenas ingresaba y Juan Carlos Cachanosky acababa de terminar su maestría y creo que se encaminaba a sus estudios de doctorado. Fue la célebre ocasión en que pronunció aquella recordada frase, que festejamos ruidosamente, pero que luego aprendí que era completamente anti académica: “hay dos clases de economistas, los austriacos y los equivocados”.

Mientras el rector de nuestra facultad agarraba a Guadagni del faldón del saco, que pugnaba por retirarse, absolutamente ofendido, nosotros lo festejábamos a las carcajadas.

A partir de ahí, cada vez que visitaba Rosario nos reuníamos a almorzar o a cenar. Muchas veces en compañía de su hermano Roberto Cachanosky, o de alguno de sus hijos, Iván o Nicolas. Reuniones que terminaban siempre con un Marlboro y una Coca Cola Light.

A instancias suyas, yo que era un chico criado en un medio rural, y que de casualidad, terminé mi carrera de grado, luego del fallecimiento de mi padre, tomé conocimiento de la existencia de estudios de posgrado, carreras académicas, documentos de investigación y un mundo que ignoraba. Por su insistencia me convertí en el primer alumno en la maestría que dirigía.

Fue Juan Carlos quien, luego de terminar de estudiar, me propuso llevarme a la Universidad Francisco Marroquín, a compartir su cátedra. Lo cual dió inicio a mi carrera académica por el mundo. Posteriormente me propuso compartir su cátedra de Macroeconomía en la Universidad Católica Argentina (UCA), la que me cedió completamente luego de un par de semanas de clases, según él, porque lo estaba haciendo mejor que él mismo. Tenía la costumbre de hace esos elogios absolutamente inverosímiles.

Mientras dirigía el Departamento de Economía de UCA me propuso para dirigir la cátedra de Finanzas Públicas, apoyado por su hijo Nicolas. Me invitó a dar cursos, seminarios y maestrías online, algo que compartimos por años. Me recibía en sus oficinas en Buenos Aires, cada vez que iba y me participaba de sus ideas, algunas de las cuales, directamente me pedía que las llevara a cabo por mi cuenta y lo mantuviera informado.

Fue, sin dudas el principal motor y apoyo académico de las sucesivas ediciones del “Congreso Internacional de Economía Austriaca en el Siglo XXI“, a punto tal que le ofrecí reiteradamente cederle mi posición de director académico, ya que sus contactos, gestiones, referencias y trabajo, aportaron siempre mucho más que mi dedicación al innegable éxito del evento. Invariablemente se negaba. Prefería quedar entre bambalinas.

Tuvo una clarísima conversación conmigo en sus anteriores oficinas, una tarde en que le confié que no me consideraba capaz de terminar mi doctorado. En apenas 15 minutos, no solo me hizo cambiar de idea, sino que, encima, me dio todas las claves que necesitaba para concluirlo. Eso era lo bueno de “cambiar ideas” con Juan Carlos… Vos llegabas con la tuya y te ibas con la suya.

Fue miembro de mi tribunal de tesis doctoral y, sin dudas, el más duro y objetivo oponente de todos sus integrantes, la amistad era un obstáculo más, porque se ponía más y más exigente.

Una persona que me apreciaba muchísimo. Que me ayudó siempre y desinteresadamente en todos mis estudios y trabajos académicos. Y con quién compartimos momentos muy divertidos.

Estoy absolutamente seguro que es la persona a quien más le debo por todos mis logros académicos. Y probablemente yo sea la persona a quién más ayudó en toda su carrera, aún considerando que fue siempre tremendamente generoso con todo el que se le acercaba con inquietudes interesantes.

Y hoy nos ha enseñado una nueva lección: debemos ponernos a escribir, ya mismo, todo aquello que estamos dejando para más tarde. Así no nos queda nada en el tintero. Nunca sabremos cuando nos vamos a ir.

JCC y Hayek

 

Europe We’re With You: Don’t Give Up Your Liberal Values

Publicado el 3/12/15 en: http://blog.panampost.com/guillermo-covernton/2015/12/03/europe-were-with-you-dont-give-up-your-liberal-values/?utm_content=buffer7ee45&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer

 

Not an Inch to Islamist Terrorists

Across the world, people have responded to the coordinated terrorist attacks in Paris with condolences, sorrow, and pain. But the carnage has also sparked criticism of migration policies, gun control, civil rights, national security, and borders.

It must have been terrifying: teenagers running through streets, restaurants, and theaters with military-grade automatic weapons and bombs, murdering people in cold blood that they had never met.

It begs the question: why?

Just like scientists can only defeat diseases that they have studied, we can only face the threats that we know and understand.

Economists study human action: we try to understand why people behave the way that they do; how they make subjective valuations; and what incentives and goals they have.

The goal of the Paris terrorists was not to simply kill as many people as possible or somehow influence public opinion. Their real targets were the country’s institutions, France’s government, so they can force a democracy to act differently.

They are trying to put a nation on her knees and force her to comply with Islamistdemands. It’s extortion, pure and simple. Their message is clear: if you do not change your laws, the attacks will continue.

Who were the attackers? The Islamic State, an organization that has tried to occupy as much territory as it can in Asia, Africa, and even Europe. They seek to impose the shari’a, a set of Islamic laws that regulate the most intimate aspects of life, dictating how people must live, learn, value and treat women, trade, worship, and other more menial customs that are equally invasive.

In sum, they are a ruthless armed band who have no respect for a country’s laws and moral codes. Financed and trained abroad, they have one goal: to obstruct the democratic decision-making process and infringe upon individual rights, the hallmarks of our western values.

The strategy is to divide and undermine the legitimacy of the governments they target.

They try to generate public reactions toward policies that, up to the point of the attacks, had been widely accepted: the rule of law, a constitutional republic, and western Christian values. For example, the tolerance of foreigners, the acceptance of differences, debate and respect for dissent, freedom of religion, education, and expression, and the right to raise your children how you see fit: they have none of it.

Wherever they rule through force, they destroy other faiths, plunder the population, and sell the women into sexual slavery to placate the mercenaries.

Europe is concerned, surprised, and perplexed. They could not have anticipated these attacks.

We have a  moral duty to support the European public, help them, and make them realize what they are facing. When Latin America and Africa both suffered from the guerrilla threat in the 1960s and 1970s, educated and progressive Europeans did not understand us.

Totalitarian governments trained and equipped the murderous guerrilla with funds collected at gunpoint in countries with no democracy, republican values, or individual rights. While Marxism sought to extort and enslave our continents, Europe stood by, indifferent, if not complicit.

Let’s not commit the same mistake. Let’s help them understand and overcome this threat.

The Americas can show them the way. The best of our democratic republics and liberal constitutions, coupled with respect for different cultures and religions, can help shake off the fear.

The tools of Islamism are nationalism, xenophobia, intolerance, summary trials, and the closing of borders and trade — all values which are very prevalent in the Old World.

We must help Europe find its way and understand the liberties that their traditions, history, and culture have bestowed upon them.

What makes us democratic citizens is our blunt and full support for our constitutions’ underlying principles, the undeniable values of freedom, equality before the law, and respect for democratic institutions. These are values that have and will continue to rule these lands.

That is the only lesson the Americas can give to end terrorism.

América le da una mano a Europa en su momento más difícil

Publicado el 13/11/15 en: http://esblog.panampost.com/guillermo-covernton/2015/11/18/america-le-da-una-mano-a-europa-en-su-momento-mas-dificil/?utm_content=buffer6d3f2&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

 

 

Mostremosle el camino y ayudémoslos a entender lo que sus tradiciones, historia y costumbres les han negado a lo largo de la historia

La sucesión de hechos de sangre, sincronizados y coordinados, que sufrieron el pasado viernes, 13 de noviembre, los parisinos ha generado una ola masiva de manifestaciones públicas. Condolencias, lamentaciones, expresiones de piedad y de dolor. Pero también críticas a políticas migratorias, de control de armas, cuestionamientos a la vigencia de los derechos civiles y a políticas de seguridad y de integración internacional, entre muchas otras.

La situación se mostró dantesca: jóvenes de entre 15 y 18 años, corriendo entre el público con armas automáticas militares y bombas, en restaurantes, teatros, estadios deportivos y las calles, asesinando indiscriminadamente a personas que ni siquiera conocían y contra las que no tenían ningún motivo personal para segar sus vidas.

La pregunta obligada es ¿por qué?

Sólo podemos enfrentar las amenazas que conocemos y entendemos. Del mismo modo que el científico sólo puede vencer a la enfermedad que ha estudiado

La verdadera materia de estudio del economista es la acción humana. Entender por qué los hombres actúan del modo en que lo hacen. Cómo operan las escalas de valores subjetivas de cada individuo, los incentivos y la elección de medios y fines.

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Todavía no hay ninguna explicación posible para justificar los ataques terroristas del Estado Islámico ocurridos en París. (Twitter)

Las personas que actuaron ayer en París no buscaban matar a las personas que murieron, ni influir en su voluntad de modo alguno. Buscaban atacar las instituciones, al Gobierno de un país, y torcer su voluntad, obligando a un Gobierno elegido de forma democrática a actuar de una manera diferente. Pretenden poner de rodillas a una nación entera y obligarla a cumplir con la voluntad de los atacantes islamistas. Su accionar es extorsivo. Su advertencia es clara: si no cambian sus políticas, seguiremos atacando.

¿Quiénes son los atacantes? El Estado Islámico, una organización que pretende ocupar el territorio de la mayor cantidad de países que pueda. En Asia Menor, África y aún en Europa. Para imponer allí la sharía, la ley islámica, un cuerpo de normas que se inmiscuye en los aspectos más íntimos y personalísimos de los seres humanos, condicionando su forma de vida, su educación, la forma de educar, tratar y valorar a la mujer, las ramas del comercio que se han de permitir, las religiones que se han de practicar (sólo una) y un sinnúmero de costumbres mundanas mucho menos relevantes, pero que afectan de igual modo la individualidad y la autonomía de la voluntad.

En definitiva, una banda armada, sin piedad, ni respeto por las normas de conducta y las leyes libremente aceptadas y elegidas por el país, asesina, amenaza y extorsiona, para imponer su voluntad a una nación soberana. Financiados y entrenados desde el exterior. Con el claro objetivo de afectar los mecanismos de decisión democrática y los derechos individuales de los ciudadanos, que son inherentes a la persona humana, por su condición de tal, y cuyo reconocimiento caracteriza a nuestra cultura y valores.

La táctica apunta a dividir, socavar los cimientos de legitimidad del Gobierno de los países a los que atacan. De esta manera, pretenden generar reacciones frente a políticas que, hasta los ataques, eran masivamente aceptadas, en un contexto social donde impera el Estado de derecho, la república democrática y los valores de occidente cristiano.

La tolerancia al extranjero, la aceptación de las diferencias, la discusión y respeto por el disenso, la libertad de culto, de comercio, de educación, de prensa y de educar a los hijos como sus padres lo consideren mejor son algunos ejemplos.

Nada de esto es aceptado por los atacantes. En los territorios donde se han impuesto por la fuerza de las armas, el saqueo de las riquezas de los invadidos es la fuente de financiamiento, las mujeres de los sometidos son una mercadería para sobornar a sus mercenarios apátridas, los lugares de culto y las costumbres religiosas son borradas y su reivindicación es causa de martirio.
Europa está consternada, sorprendida y perpleja. No lo esperaban ni lo conocían.

Nuestro deber moral es apoyarlos, ayudarlos y hacerles entender. Cuando América Latina y África sufrieron la misma amenaza, en las décadas de 1960 y 1970, la Europa culta y progresista no nos comprendió. Guerrilleros asesinos eran entrenados y equipados en países totalitarios, con fondos conseguidos mediante la confiscación y el saqueo de países oprimidos, en donde no existía ni la democracia, ni la república, ni los derechos individuales. Y mientras la prédica marxista buscaba extorsionar y esclavizar a nuestros países Europa se mostraba indiferente, sino cómplice.

No cometamos el mismo error. Ayudémoslos a entender y a superar la amenaza.

Sólo los americanos podemos mostrarles el camino. Sólo nuestras repúblicas democráticas, nuestras constituciones liberales, nuestro respeto por las costumbres, religiones y formas de vida diferentes pueden ayudar en este trance espantoso.

Los nacionalismos, la xenofobia, la intolerancia, la condena previa al inocente, el cierre de las fronteras y el comercio son las herramientas del islamismo. Todas costumbres y disvalores muy difundidos en la vieja Europa. Un continente que empezó a mirar con cierto interés a los valores de la América que se emancipó mucho antes que ellos de ese yugo, y con éxito, sólo cuando las dos mayores guerras que jamás vio el mundo los dejaron exhaustos y aterrados.

No cometamos el mismo pecado. Mostrémosle el camino. Ayudémoslos a entender lo que sus tradiciones, historia y costumbres les han negado.

Lo único que hace a alguien ciudadano de una de nuestras democracias, es la adscripción sin ambages ni reservas a los valores de nuestras constituciones. La aceptación incuestionable de los valores de la libertad. La sumisión absoluta al imperio de la ley, es decir el estado de derecho, y el respeto por las instituciones democráticas. Para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los que quieran poblar nuestro suelo.

 

Cómo puede recuperar Argentina el rumbo económico perdido

Publicado el 13/11/15 en: http://esblog.panampost.com/guillermo-covernton/2015/11/13/como-puede-recuperar-argentina-el-rumbo-economico-perdido/#.VkYmhkRq6Xc.twitter

 

El Gobierno no puede echar mano del dinero de terceros, y debe recuperar los superávit fiscales para lograr un incremento de las reservas.

El Banco Central se ha convertido en una caja chica de intereses políticos. (Radio Premium)

El Banco Central se ha convertido en una caja chica de intereses políticos. (Radio Premium)

Las reservas del Banco Central argentino se están agotando. Ese uno de los comentarios más escuchados a partir de los diversos análisis y comentarios sobre la composición de la cartera del Banco Central. Esto genera preocupaciones sobre qué herencia va a recibir el próximo Gobierno, que asumirá el 10 de diciembre.

La preocupación es muy genuina, si recordamos que la conducción saliente (en una república), solo ha debido ser el administrador de esas reservas y no podía ni disponer de ellas a su antojo, ni dilapidarlas, cosa que evidentemente ha ocurrido.

El nivel de reservas, como sostiene el consultor económico y financiero Miguel Ángel Boggiano, refleja un estado de virtual quiebra de la entidad, ya que se han utilizado, incluso, fondos de terceros. Y el remanente carece de liquidez.

A efectos de poder atribuir responsabilidades quiénes han llevado a la entidad a tal estado de quiebra resulta de gran interés determinar estos montos a la brevedad y con precisión.

Pero una vez clarificado este asunto, que es solamente materia de pericia contable, solo un tema de auditoría, lo que importa y abruma a la mayoría de los ciudadanos es cómo se gobierna frente a esa situación, y qué angustias y privaciones le corresponderán a la ciudadanía ante esta debacle.

Es necesaria una cuota de sentido común.

Un banco central puede enfrentar tres situaciones: perder reservas, mantenerlas, o aumentarlas. La primera hipótesis es la que ha experimentado Argentina durante el último año bajo la presidencia de Cristina Kirchner. Pero dejemos de lado, por un rato, a la primera, porque, como cualquier honesto padre de familia puede darse cuenta, es insostenible en el largo plazo.

El máximo poema argentino, Martín Fierro de José Hernández, describe lo absurdo de plantearse el objetivo de perder reservas en forma crónica, porque “no hay plazo que no se cumpla ni tiento que no se corte”.

Tal política solo puede encontrarse en una administración que abandona el poder vapuleada por el esperable resultado de su propia falta de idoneidad y de honestidad. Entonces solo nos queda por asumir que un futuro Gobierno —con cuatro, y hasta ocho años por delante— decidirá tomar al toro por las astas.

El próximo presidente no podrá disponer de las reservas para pagar deuda o intereses, hasta que no logre recomponerlas con fondos de propiedad del Estado, algo que solo se puede lograr con superávit fiscal.

Entonces, ¿cómo se gobierna con un banco central que mantiene sus reservas o las incrementa? La respuesta es sencilla: el Gobierno no necesita utilizar las reservas del Banco Central para su normal funcionamiento. Las reservas de divisas del Banco Central no son la tesorería del Poder Ejecutivo.

El Gobierno paga gastos corrientes con los pesos que recibe por el cobro de impuestos domésticos. Las reservas de divisas del Banco Central solo se necesitarían disponer para amortizar deuda externa, o para el pago de los intereses de deuda.

A un banco central que mantiene sus reservas o las incrementa, le dará lo mismo tener $5, $100, $10.000 o $50.000 millones. Porque no los utilizará.

El próximo Gobierno no podrá pagar deuda externa ni servicios de esta deuda hasta que no genere un superávit fiscal genuino que le permita adquirirle a los exportadores parte de las divisas que estos generan con su comercio.

Esta demanda ampliada, a su vez, elevará el precio de la divisa e impulsará mejores precios para nuestras exportaciones, mayor rentabilidad, más demanda de factores de producción no importables, suba de salarios reales y crecimiento genuino, por mayor inversión de utilidades en negocios ahora rentables.

Cualquier otro planteamiento de contabilidad creativa o de manipulación del tipo de cambio es incompatible con la protección al libre comercio, a la propiedad privada y al Estado de derecho, que exige que no haya tributo sin ley. Está implícito en las garantías constitucionales.

Lo que abruma a la opinión pública es que una década o más de ausencia de estado de Derecho ha generado una importante confusión en la ciudadanía.

En las reservas del Banco Central actualmente se contabilizan activos propios del Gobierno nacional, y activos de propiedad de terceros. Como ejemplo pueden mencionarse los encajes de los depósitos en dólares de los bancos comerciales, préstamos internacionales, como lo que llaman “swap chino”, o activos propios del Estado nacional, como pueden ser las divisas compradas con superávit fiscal.

Creer que las reservas del Banco Central deberían usarse para pagar importaciones de empresas comerciales, o para pagar dividendos al exterior de empresas extranjeras, es muy propio de la confusión generada por vivir en una tiranía.

El Gobierno no puede echar mano del dinero de terceros, depositado compulsivamente en el Banco Central. Asimismo, debe cesar en esta conducta ilegal de obligar a los particulares a liquidar sus exportaciones en el plazo y al precio que al Gobierno se le ocurra, ingresándola al Banco Central y pretendiendo luego disponerlas como propias.

Las empresas comerciales, en un estado de Derecho, respetuoso de nuestra constitución vigente, pagan sus importaciones con divisas que adquieren a los exportadores de bienes y servicios o que reciben por sus propias exportaciones. Las empresas extranjeras giran utilidades que obtienen de sus mismas exportaciones o que le adquieren a las empresas que exportan.

Incluso en el supuesto de que a un país no le interese mantener la solidez de su moneda, la no aceptación de su moneda, por parte de los demás países lo vuelve a la realidad y lo obliga a respetar esta máxima.

En un país que respete la independencia de poderes, la legalidad y el estado de derecho, no caben ninguno de estos actos.

Tampoco cabe que se subsidie a empresas ineficientes, que necesitan componentes importados para armar mercaderías caras y de baja calidad, asignándoles parte de esas divisas, de propiedad de los exportadores, a precios subsidiados.

El Gobierno deberá dejar de conculcar los derechos individuales de los ciudadanos, deberá cesar en expropiar a algunos y subsidiar a otros ilegalmente y tendrá que permitir la libre negociación de divisas por parte de sus legítimos dueños, de modo tal que cualquiera que quiera importar bienes o servicios le compre a aquellos que exportan.

Esta enorme masa de exportaciones, sin impuestos confiscatorios ni discriminatorios, aportará muchas más divisas que las que el mercado podría comprar a precios rentables. Lo cual generará la solución al problema de estrangulamiento externo que padecemos.

Por todo esto, queda muy claro que es lo que deberá hacer el próximo Gobierno, del signo que sea, si pretende no reincidir en la tiranía, tal y como la ha ejercido el ejecutivo saliente.

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