GUILLERMO LUIS COVERNTON

Propuestas de estudio del Dr. Guillermo Luis Covernton: Economía – Políticas Públicas – Libertad – Humanismo Cristiano

Archivar para el mes “marzo, 2012”

B.C.R.A.: INDEPENDIENTE, DEPENDIENTE O… ¿INEXISTENTE? Entrevista a Guillermo Covernton.

Publicado el 4/4/2010 en http://www.catalactica.com.ar/?p=984#.T2yv3bzTLak.facebook

Comúnmente escuchamos hablar de la importancia de las instituciones para el desarrollo de un país, y este año con más énfasis aún, a causa del conflicto político ocasionado alrededor de la designación y remoción del presidente del Banco Central de la República Argentina. En todas las discusiones hemos visto posiciones que van desde: un BCRA independiente y autárquico hasta uno bajo la dirección directa del Poder Ejecutivo Federal; desde una función de resguardar el valor de la moneda hasta el de garantizar las altas tasas de crecimiento. Sin embargo, creemos que hay otras alternativas menos conocidas, mucho menos ortodoxas, pero no por eso menos interesantes. Aquí hemos tratado de presentar una de ellas, que es la que se enfoca en la eliminación del sistema de la banca central. Presentamos a un exponente de nuestra ciudad, en dicho pensamiento, como es el Mg. Guillermo Covernton [*]. Con su particular forma de reflexionar, nos propondrá pensar en cómo nos afecta la existencia de la banca central, qué importancia tiene ésta como institución para el desarrollo del país, y cuáles podrían ser, según él, las alternativas.

 

Cataláctica: ¿Cuán importantes son las instituciones para el desarrollo de una economía de mercado?

 

G.C.: Las instituciones son fundamentales, no solo para el desarrollo de una “economía de mercado”, o como las llaman otros autores, de una “economía abierta”, o mejor aún, como yo prefiero llamarlas, una economía humana, racional, con respeto por lo propio y lo ajeno, en armonía social. Y hago esta disquisición, porque me parece importante: Algunos creen que existen alternativas tipo “Economía abierta, o planificada”, o también dicen “Economía de mercado, o con intervención estatal”; y en realidad, la alternativa que están planteando es diferente, es “Economía humana, racional, con respeto por el derecho de propiedad, el trabajo y con objetivo de armonía social, o si no, Economía de la estafa, el subterfugio, la burla permanente al esfuerzo productivo, y la destrucción de los incentivos racionales para producir y salir de la pobreza, con objetivo de instalar una lucha entre los distintos sectores de la sociedad, para medrar con el caos y el clientelismo político”.

 

Todo lo demás que se diga es mera dialéctica política, de comité, para engañar al electorado.

 

Observemos que, en los países profundamente democráticos, con respeto por el disenso, estas discusiones no existen. En cambio en este tipo de países como los nuestros, que podemos calificar de “institucionalmente inmaduros” o también de “constitucionalmente adolescentes “, estas cuestiones son el centro del debate cotidiano.

 

El proceso económico moderno, complejo y descentralizado, tal y como se lo conoce hoy, y que ha permitido salir de la pobreza más absoluta a una proporción enorme de la población mundial desde hacen apenas 400 años se basa simplemente en: El respeto por los contratos, la libertad de asociación, la autonomía de la voluntad para todo lo que implique producir, asociarse y comerciar. El respeto por la libertad del individuo para que éste pueda diseñar su propio proyecto de desarrollo social, sus sistemas de producción, la forma y el marco normativo dentro del cual va a desenvolverse en sus relaciones con sus semejantes, etc.

 

Cuando un grupo, porque se han hecho del poder, pretenden entrometerse en las relaciones sociales, destruyéndolas, prohibiendo comportamientos, violando acuerdos de partes pacíficos, alcanzados en forma libre y voluntaria , alterando usos y costumbres, tergiversando y rompiendo la armonía social, este proceso laborioso, evolutivo, pacífico, sinérgico se paraliza.

 

Jamás desde la esfera del poder, o del gobierno, se va a poder vislumbrar qué tipo de relaciones conviene a los ciudadanos crear, con qué incentivos, y en qué marco normativo deben establecerlas.

 

Cataláctica: La autonomía del banco central ¿es una de dichas instituciones? ¿La moneda es otra?

 

G.C.: La autonomía del banco central, es sencillamente un pequeñísimo engranaje de esa maquinaria hiper-compleja, imposible de diseñar, y que solo surge del esfuerzo combinado de millones de voluntades. En ese marco, en el que ni siquiera hace falta un banco central, los individuos se ponen de acuerdo en un precepto bíblico, que es además respetado por todos los credos y aún por los no creyentes: “No robarás”.

 

Te entrego el fruto de mi trabajo, si a cambio tu me entregas algo que yo valoro más que tú en este momento, y que tú valoras menos que lo que recibes, en estas circunstancias, pero que todos sabemos que permite comprar múltiples bienes, y que nos comprometemos a reconocerle ese valor en el futuro. Así aparece el dinero. Toleraríamos un banco central, siempre y cuando actúe dentro de este marco. Y que tenga una autoridad que no ceda a ningún tipo de presiones en ese sentido.

 

Ahora bien, si un grupo se hace del poder, y a partir de esa nueva posición cree que puede obligarnos a entregar el fruto de nuestro propio trabajo a cambio de un papel sin respaldo, la situación solo es aceptable si ese papel mantiene su valor. Si su valor se basa, entre otras cosas en la solvencia del emisor, y la autoridad disminuye esta solvencia, está cometiendo un pecado insalvable: Nos está robando.

 

Y algo mucho peor que eso: Al trabajador, lo está esclavizando. Al que confió en la palabra de otro y fue austero y prestó su fortuna a alguien desafortunado, para que prosperase, no solo lo confisca, sino que le enseña una lección: Odia a tu hermano desafortunado, porque él se aprovechará de ti. A quien honestamente arriesgó, se endeudó y trató de prosperar respetando el derecho de su semejante, lo soborna con el producto de la licuación de su obligación, para que viole el compromiso asumido…

 

Cataláctica: Cuando usted dice “…ni siquiera hace falta un banco central…”, ¿a qué se refiere exactamente? ¿Cuáles serían las alternativas? ¿Son viables políticamente en estos momentos?

 

G.C.: Los problemas de la existencia de un banco central se pueden evitar con una disposición legal de un párrafo, sin hacer cambios importantes, ni generar resistencias de ningún tipo.

 

Es muy sencillo y durante la convertibilidad algunos técnicos así lo entendieron. Y fue una de las principales razones por las que hubo estabilidad monetaria, inversión a tasas inusuales y crecimiento genuino. Hay que sacar un decreto que elimine la obligatoriedad de cancelar deudas en moneda local. Lo que se conoce como abrogar o eliminar el curso forzoso. Luego de eso, si no se estipula nada en contrario, se deberá cancelar en pesos. Pero si usted quiere y su contraparte acepta, se pueden contratar en dólares, euros, yenes o la moneda que quiera todo tipo de obligaciones de dar, de hacer, o de no hacer. Es sencillo. Y las obligaciones se deberán cumplir en la moneda pactada. Como decía Vélez Sarsfield: “El contrato es la ley entre las partes”. Incluso los salarios se podrían establecer en esa moneda. Con eso, se le pone un paraguas a todas aquellas actividades productivas genuinas que son gravemente perjudicadas con la manipulación monetaria. Y se les permite establecer reglas previsibles y planes de inversión y de producción previsibles. Se favorecerían las actividades de producción de largo plazo, con tecnologías de punta y que requieren mucho tiempo para su implementación. La Argentina pasaría a ser un país productivo y dejaría de ser un maxikiosco que vende lo que compra y produce casi nada. Y lo poco que produce e intenta exportar es manipulado por quienes manejan el tipo de cambio. No podría haber nadie que se niegue a esto, sencillamente porque no puede perjudicarse a nadie con estas normas. Es dejar de prohibir y respetar la autonomía de la voluntad. Estas ideas ya han sido desarrolladas por Vera Smith, Friedrich Hayek, George Selgin y Lawrence White.

 

Cataláctica: ¿Qué diferencias hay entre un banco central independiente y uno dependiente del Poder Ejecutivo Nacional? ¿Qué efectos puede generar dicho cambio en la economía al corto plazo y a largo plazo?

 

G.C.: Un banco central independiente es un custodio que no se entromete en la vida de quienes debe custodiar. Es como un policía que está parado en una esquina y vigila que nadie viole los derechos de sus semejantes, pero sin entrometerse en sus negocios ni proyectos. Un banco central que responda al poder político de turno es lo mismo que todos los argentinos coincidimos en odiar, y que los mismos gobernantes fingen aborrecer, pero imitan hipócritamente: Es como un dictador, un autócrata que dispone de la vida y fortuna de sus súbditos, a quienes explota y esclaviza. Actúa como una banda que irrumpe en el poder, se burla de las leyes, viola garantías constitucionales y persigue a sus enemigos confiscándolos. Es como un policía corrupto o un juez ladrón.

 

Cataláctica: ¿Cuáles son las diferencias entre un banco central que defiende el valor de la moneda y uno que promueve la expansión del producto (desarrollo de la economía)? Ambos objetivos ¿son incompatibles o uno lleva al otro?

 

G.C.: Un banco central es una herramienta de corrupción y de manipulación monetaria. No debería existir. Pero si algunos se sienten más cómodos con esa institución, que ya de por sí es violenta y atentatoria contra la libertad, porque solo es factible de existir si se impone por la fuerza lo que se conoce como “curso forzoso de la moneda”, entonces ese banco central no debe manipular el valor de la moneda.

 

Ya que nos van a obligar a entregar el fruto de nuestro propio trabajo a una autoridad que nos entrega a cambio un papel que dice que luego, a cambio de ese papel, podremos recuperar nuestros bienes, al menos que ese custodio no pretenda alterar y desnaturalizar las relaciones entre los ciudadanos que acordaron vivir en armonía y pactaron libremente sus intercambios.

 

Esto es muy sencillo de entender: Si alguien piensa diferente y cree que el gobierno o alguna autoridad tiene el derecho de alterar el valor de la moneda nacional, que lo diga. Que nos adviertan con anticipación, por ejemplo: “El año que viene, usted necesitará el doble de dinero para adquirir los mismos bienes que puede adquirir hoy con su salario”. Y que se siente a observar que harían los individuos con ese dinero. Todos conocemos la respuesta. Por eso es que los políticos, para implementar este sistema macabro que es la inflación, deben violar otro precepto bíblico, que es también de aceptación generalizada por todas las creencias: “No mentirás”. Nos aseguran que con un banco central manejado por el gobierno la moneda seguirá manteniendo su valor. Y luego nos estafan.

 

Cataláctica: ¿Qué opina de la actuación de Redrado en la presidencia del BC? En especial, en referencia a su negación a la creación del Fondo del Bicentenario

 

G.C.: No puedo emitir juicios de valor sobre la labor del Dr. Redrado al frene del BCRA, porque no conozco sus motivaciones. Pero puedo intentar dar una respuesta objetiva, si es que eso existe en el ámbito de las conductas sociales: El Dr. Redrado, a mi juicio, hizo lo único que una persona seria podía hacer en ese caso. Y lo único que una persona inteligente hubiera esperado de él. El fue designado para cumplir una función. Luego se le pretendió obligar a realizar acciones para las que no se lo había involucrado. Y es muy probable que cualquier persona, en ese caso, pueda sentir objeciones de conciencia.

 

Voy a intentar explicarme con un ejemplo más cotidiano: Supongamos que usted, que es una persona idónea y con la suficiente experiencia y habilidad, es contratado por la dirección de un establecimiento educativo para manejar un autobús escolar que transporta 50 niños. Al contratarlo le piden que transporte a esos niños con diligencia y cuidado, evitando accidentes y preservando la vida de ellos y de los transeúntes. Y una vez que está en la ruta el director de la escuela lo llama por teléfono celular y le solicita que estrelle el autobús contra el frente de una escuela vecina. Y además le hace saber que, de no hacerlo, va a ser sancionado, porque Ud. debe responder a sus directivas, bajo su responsabilidad, y sin cuestionarlas. Es muy probable que usted, si es un buen padre de familia, se niegue a obedecer, no importa el castigo que deba afrontar, y aunque le garanticen impunidad si mata a todos esos niños.

 

Cataláctica: En la historia económica argentina ¿qué experiencia hay con respecto al Banco Central dependiente del Poder Ejecutivo Nacional y Bancos de Desarrollo? Y usted, ¿cómo ve la posibilidad de que se vuelva a crear un nuevo Banco de Desarrollo? ¿Por qué cree que las experiencias locales fueron tan disimiles a las del BANDES de Brasil?

 

G.C.: Simplemente creo que son peligrosas fuentes de corrupción. En algunas sociedades con menos valores, la corrupción desborda. En sociedades más fuertes, con mayor cohesión de su tejido social, en las que se comparten más valores, la corrupción permanece más oculta.

 

Es como darle un revolver cargado a un niño pequeño: Algunos, más curiosos, querrán mirar por el caño y se volarán la cabeza. Otros, más tranquilos o menos inquietos, quizás lo dejen en el piso y se vayan a jugar con un autito. Yo, igualmente, no confío en eso. No le doy un revolver cargado a mi hijo pequeño. Ni siquiera es necesario, ni conduce a nada. Esas entidades crediticias, tampoco.

 

Cataláctica: ¿Cree usted que es posible regenerar ese tejido social, cultural, institucional, en orden de que en el futuro la aplicación de este tipo de políticas no sea tan peligrosa?

 

G.C.: Yo creo que los grandes países no se han hecho con santos, sino con gente común. Esto ya lo dijo Madison, uno de los ideólogos de la constitución de los EEUU, o lo que es decir lo mismo, de la forma de vida en la que viven la mayoría de las personas civilizadas del mundo actualmente, y a la que aspiran o declaman querer implementar todos los demás países, aunque aleguen que, transitoriamente y hasta que sus pueblos aprendan, seguirán de otra forma…

 

 

Claramente, el Mg. Guillermo L. Covernton, no deja de destacar la importancia de las instituciones para el desarrollo económico del país, haciendo especial referencia al tema del Banco Central. No hay dudas que sus singulares respuestas originan nuevos interrogantes, y nos invitan a repensar estas cuestiones, abriendo camino a nuevos debates.

 

Inflación, estabilidad del sistema financiero o impulso a la reactivación:

Publicado el 11/3/12 en http://eseade.wordpress.com/

Probablemente coincidamos en aceptar  que de lo que más se habla, lee y escribe en estas últimas semanas, o en lo que va de este año, es sobre la discusión entre impulsar el consumo, apoyar la demanda, y disponer de las reservas del banco central para otorgar créditos. O, en opinión de los que sostienen ideas opuestas, combatir la inflación, mantener bajo control la expansión monetaria, preservar la independencia del banco central, conservar el poder adquisitivo del ahorro y dar reglas de juego sostenibles en el tiempo, que permitan encarar inversiones de largo plazo.

No quiero debatir sobre quiénes tienen más razón en estos enfoques, todavía. Pienso que es mucho más importante analizar otras cuestiones de fondo, importantísimas, que probablemente obtengan mucho más consenso.

Y sobre las que es muy difícil encontrar desacuerdos, al menos por parte de  estudiosos serios y desprejuiciados que se dediquen al análisis de coyuntura.

En concreto, voy a referirme a estos dos temas: La confianza y la asignación de recursos. Y como puede influir ellas en el debate al que aludimos recién.

Muchos voceros oficiales se desviven en destacar que el gobierno actual recibió amplio apoyo en las últimas elecciones. Y que eso indica adhesión a lo que llaman “el modelo”.

Pero sobre esto, cabe hacer otra interpretación: Aunque la  lista oficial haya recibido más del 50 % de los votos válidos en los últimos comicios, eso, haciendo una lectura alternativa, indica claramente que todos los demás, los que votaron a otros, los que no votaron y los que anularon su voto, están abiertamente en desacuerdo con el programa propuesto. Porque este programa era ampliamente conocido: Era la política oficial que se estaba llevando a cabo. Y si los demás no estuvieran disintiendo, hubieran colocado su apoyo en la urna.

¿Y porque es tan importante observar esto? Porque, al margen de los consensos electorales, para que una sociedad pueda llevar adelante proyectos consistentes en el ámbito económico son imprescindibles las dos cuestiones que acabo de mencionar: Confianza y correcta asignación de recursos. Las mayorías incidentales no juegan un papel demasiado importante en el crecimiento económico.

Se debate sobre reformar la carta orgánica del banco central, a efectos de que sus autoridades puedan desligarse de la obligación de preservar el poder adquisitivo de la moneda doméstica. Y así puedan dedicarse a otras funciones, que hoy se pretende jerarquizar más. Se alega que es necesario apoyar la inversión concediendo créditos con las reservas internacionales que hoy están respaldando al peso.

Pero no se ve claro, o se pretende ocultar, que semejantes medidas destruyen la confianza imprescindible para el logro del objetivo enunciado. Habrá quienes suponen que las prohibiciones al libre comercio de divisas, sostenidas con la persecución policial, impedirán que los individuos asustados, huyan del peso y se refugien en la moneda extranjera o en otros activos. Pero quienes hemos superado la barrera de los 40 años, aunque no constituyamos una mayoría electoral suficiente para influir en el congreso, sabemos perfectamente algunas cuestiones:

Me refiero a que sabemos que no bastan todas las bayonetas del mundo, ni las persecuciones políticas para impedir que si hay apenas un tercio de la población de un país que cree que el dinero se va a devaluar, como en una profecía  auto-cumplida, esto va a ocurrir inevitablemente. Ya hemos experimentado la vorágine hiper-inflacionaria más de una vez.

Voy a intentar explicar esto. Detengámonos un instante en este tema de las elecciones y las votaciones:

Presidente se elige cada cuatro años. Legisladores, cada dos. Pero si vamos a conservar el peso o lo vamos a cambiar por dólares u otros activos, eso se elige todos los días. Y también elegimos cotidianamente si vamos a llevar nuestros ahorros a los bancos, o vamos a mantenerlos en otra forma. Las prohibiciones al libre comercio de divisas solo van a lograr que las personas hagan una huída hacia los bienes reales. Si una gran empresa no puede comprar dólares para conservar el poder de su capital de trabajo, adquirirá inmuebles. O aumentará sus stocks de materias primas. O mantendrá más altos sus stocks de productos terminados. Esto impulsará la demanda de estos bienes en desmedro de la demanda de moneda. Esto es claramente inflacionario.

Si un ahorrista no logra  acceder al mercado de cambios para preservar el poder adquisitivo de sus rentas, es muy posible que tampoco acepte apostar estas rentas a la estabilidad del peso, y que prefiera retirarlas del mercado financiero, disminuyendo los depósitos bancarios y haciendo imprescindible apelar a las reservas para devolver estas colocaciones. Estas opciones son claramente alcistas para la tasa de interés bancaria. Y esto retroalimenta las expectativas inflacionarias. Y ya ha sido incorporado a la lógica del gobierno, quien reconoce que los bancos deberán levantar sus coeficientes de reservas, afectando fondos que antes se destinaban al crédito.

¿Qué va a hacer el ahorrista con estos fondos que retira de los bancos? Comprará inmuebles, bienes de refugio, o en el peor horizonte, los consumirá. Nuevamente impulsando la demanda de bienes de refugio o de bienes de consumo, en desmedro de la demanda de dinero local. Y esto es muy inflacionario.

Si un asalariado, que no se especializa en estas cuestiones, empieza a dudar de que mañana pueda comprar lo mismo que puede comprar hoy, adelantará su decisión de compra: Esto aumenta la velocidad de circulación del dinero y es claramente inflacionario. Así lo entienden casi todas las corrientes de pensamiento.

Y si un empresario asume que el poder adquisitivo del dinero puede caer y que el salario real se vería disminuido por esta misma razón, difícilmente invertirá para producir más bienes de consumo, cuya demanda supone en disminución. Y si entiende que su demanda actual no es sostenible en el tiempo, porque los individuos no ahorran, porque no pueden preservar estos ahorros del impuesto inflacionario, tampoco ampliará su capacidad de producción. Que además se erosiona día a día por desgaste u obsolescencia. Esto afecta la inversión, la productividad y la oferta de bienes. E impulsará los precios al alza.

Pero volvamos al tema de nuestras elecciones cotidianas: Cuando nos equivocamos al elegir presidente, padecemos por 4 años. Y cuando nos equivocamos al elegir legisladores, sufrimos por 2. Pero si nos equivocamos en elegir nuestra cartera de activos, lo podemos remediar mañana. Unas elecciones son rectificables mucho más rápido que otras.

Los especialistas en toma de decisiones hablan de probabilidades asociadas a cada una de las situaciones alternativas posibles, o estados de naturaleza, ya sean esos favorables o desfavorables. Estudiemos este tema en detalle: Si los horizontes posibles, para quien mantenga sus tenencias en pesos, pueden ser, o perder o quedar igual, nadie tomará el riesgo de perder.

Y entonces, veremos con más claridad cual puede llegar a ser la decisión de aquellos operadores económicos más informados. Y de los que tienen la obligación de tomar sus decisiones respaldados en mecanismos objetivos, como es el caso de los administradores de grandes empresas que cotizan en bolsa o de bancos o entidades cuya viabilidad depende de la confianza que el público deposite en ellas..

Alguien también podrá alegar que no le importa demasiado el punto de vista de estas personas, cuando los diarios muestran que hay mayorías muy importantes que piensan lo contrario. Pero aquí se olvidan otras cuestiones que son esenciales para la comprensión del fenómeno económico: Quien tiene ahorrados 10 pesos, vota 10 veces. Quién ahorro 1.000, vota 1.000 veces. Y quién ha recolectado 1.000.000 de pesos, así sea como administrador de un fondo de inversión, o como ejecutivo jefe de un gran conglomerado industrial, estará votando 1.000.000 de veces. Ellos son los que más influyen en la asignación de los recursos en la economía. Y lo seguirán siendo, salvo que el gobierno plantee implementar un sistema colectivista, totalitario y de decisión centralizada, como los que imperan en Corea del Norte, Cuba, Venezuela, por ejemplo. Y condenar a su población a los mismos niveles de pauperización que sufren estos países. Y a la misma falta de democracia.

Aquí el voto es calificado. Y las opiniones de los especialistas sí que importan. Las que no van a tener ninguna influencia serán las de aquellos que por su juventud, falta de preparación, o de experiencia de vida, no alcanzan a comprender la esencia del fenómeno inflacionario. O la de aquellos de nuestros conciudadanos menos afortunados, que no han podido educarse, o carecen de trabajo y por ende de ahorros y de salarios.

A ellos, el gobierno los estará dejando completamente desamparados. Sus salarios se verán nuevamente destrozados. Los subsidios que antes recibían se verán licuados. La disponibilidad de bienes de consumo se verá reducida. La inflación, acompañada por el estancamiento tan característico de este fenómeno, destrozará sus expectativas de una mejor calidad de vida.

Es posible que esto preocupe muy poco a los funcionarios oficiales. Para los estrategas electorales del gobierno, hay algo muy claro: Estos desamparados  solo votan cada cuatro años. O en el mejor de los casos, cada dos. Y si por ellos fuera, y reforma constitucional mediante, dejarían de votar, tal como en las aberrantes dictaduras de Corea del Norte, Cuba o Venezuela, por mencionar solo las más conocidas.

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