GUILLERMO LUIS COVERNTON

Propuestas de estudio del Dr. Guillermo Luis Covernton: Economía – Políticas Públicas – Libertad – Humanismo Cristiano

¿Por qué las cacerolas? ¿Qué ganamos, y que perdimos?:

Por Guillermo Luis Covernton: Publicado el 8/2/2002 en Buenos Aires Económico.

“Pesifícanos nuestras deudas, así como nosotros pesificamos a nuestros deudores”

En los dos últimos meses hemos asistido a un “pandemonium” de planteos populares, donde columnas enteras de ciudadanos manifestaron indignados contra una cantidad de actos de gobierno.

Se han hecho todo tipo de interpretaciones tendientes a esclarecer las verdaderas intenciones de esos pronunciamientos, y sus objetivos políticos. ¿Por qué la gente golpea cacerolas? Esta pregunta parecería intrascendente, sino fuera porque, golpeándolas, nuestros conciudadanos están volteando a un presidente cada dos semanas.

Para no entrar en el terreno de lo opinable, ni poner en boca de otros algo que sea meramente nuestra propia posición, voy a tratar de analizar que cosas hemos perdido los argentinos a partir de las medidas de gobierno que se tomaron desde las últimas semanas de la presidencia del Dr. De la Rúa hasta el presente, tratando de ver entonces, si tiene sentido pensar que la gente se ha enojado por estas cuestiones concretas.

 Una medida en la que nadie enfatiza demasiado es el re-establecimiento del curso forzoso de la moneda: Se alega que de esa forma “recuperamos” la soberanía sobre nuestro dinero. Lo que no se aclara es “quien” recupera esa soberanía: Usando el plural, nuestros actuales gobernantes han  intentado maquillar la realidad: Sin curso forzoso, el soberano es el ciudadano, y el político debe aceptar la moneda que aquel elija. Con curso forzoso del peso, el individuo pierde el derecho de elegir en que moneda pactar derechos y obligaciones, y la corporación política adquiere la capacidad de cobrarle impuestos sin necesidad de tener que legislar, es decir, nos pueden sacar recursos económicos, sin dictar leyes impositivas.

 Otra prerrogativa que el estado se ha arrogado últimamente es la de obligarnos a incumplir nuestras obligaciones. Como el estado no puede hacerse cargo de sus deudas, se ha incautado de los activos que las personas conservaban en el sistema bancario, y a cambio les ha dado una ley que les permite defenderse de las acciones legítimas que sus acreedores hubieran podido tomar. Así hoy es imposible para alguien pagar una obligación con el exterior, aunque haya acumulado con esfuerzo y constancia los dólares necesarios en una cuenta bancaria a la vista, ( nótese que en este caso, ni siquiera los había prestado, ni iba a percibir intereses por su dinero, durante el tiempo que este quedara en el banco).

 Ante la inestabilidad total que sus conductas han generado en sus relaciones con los particulares, el gobierno no ha encontrado mejor solución que destruir la estabilidad en las relaciones entre particulares. Así por ejemplo, quien había contratado y estaba pagando un seguro en dólares, para cubrir el riesgo de un activo que tiene un valor muy estable en dólares, hoy se encuentra con que no sabe si puede seguir cumpliendo con su obligación de pagar la cuota, y tampoco sabe en que moneda la pagarán, en caso de siniestro, con lo que, en los hechos, ha quedado infra-asegurado.

Lo mismo ocurre con cualquier otro tipo de contrato en dólares, siendo mucho más grave el efecto sobre los contratos de futuros, que por su esencia requieren de estabilidad en la moneda que se pactan.

 Algo tan esencialmente de la esfera del derecho privado, como un contrato de mutuo, o de depósito bancario, ha pasado a ser visto como una cuestión de orden público, y por ende, no solo regulado por el estado, sino también, manejado por decreto por el poder ejecutivo, aún en contra de los dictámenes de la Corte Suprema.

 Se ha dicho que se busca proteger al ahorrista, pero se ha tratado por todos los medios de que aquellos bancos que no solo podían, sino que ofrecían devolver los depósitos en la moneda pactada, ( no olvidemos que para la inmensa mayoría de los grandes bancos internacionales, los depósitos pactados en Argentina no llegan ni al 1 % de sus activos), no pudieran hacerlo por disposiciones regulatorias de supuesto “orden público”.

Los ahorristas no quieren retirar su dinero de los bancos, y llevarlo a casa, simplemente quieren saber que lo pueden retirar en cualquier momento: Si se hubiera permitido devolver los depósitos, se hubiera frenado instantáneamente la corrida. Ninguna corrida bancaria se frena meramente con dinero. Es más útil la estabilidad en las reglas de juego, que una bóveda con dólares.

 Se ha dicho que se busca proteger a las empresas, para que no sufran pérdidas patrimoniales, pero parece perderse de vista que el valor de una empresa está determinado por un análisis en donde las expectativas de flujos de fondos futuros, descontados a una tasa de interés dada, juegan un rol fundamental: Por ende, toda política que tienda a disminuir los flujos de ingresos futuros, o eleve la tasa de interés a niveles estratosféricos, solo destruye valor de las empresas. Hoy cualquier activo productivo en Argentina vale la tercera parte de lo que podía obtenerse por su venta un año atrás.

 Un sistema de tipo de cambio fijo tiene ciertas dificultades para ajustar y mantenerse en equilibrio, y entre las más importantes se cuentan: Las rigideces de los salarios a la baja y los precios de ciertas tarifas de servicios públicos privatizados, ajustadas a valores de dólar. El problema, parece ser que, para evitar introducir una discusión en la que se tuviera que pensar en bajar algunos niveles de remuneraciones, o de re-negociar tarifas de servicios no transables, se ha abierto una caja de Pandora que trae como consecuencia la pulverización del salario real, y el más flagrante incumplimiento de los contratos de los servicios mencionados.

 Cuando alguien entra en nuestra casa y se lleva nuestros ahorros, nos está robando el fruto de nuestro esfuerzo pasado. Cuando alguien altera las reglas de juego impidiéndonos producir y generar trabajo, nos está robando la posibilidad de vivir nuestro presente. Cuando se destruye el marco jurídico, la estabilidad de la moneda, y se afecta el crédito y el derecho de los ahorristas, no solo nos están impidiendo ahorrar, y por ende acumular capital que en el futuro nos convertirá en un país más rico. Además nos están robando nuestro futuro.

 Frente a eso, quedan pocas opciones: Algunos golpean cacerolas. Otros, más resignados, rezan la oración del epígrafe.

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